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sábado, 18 de abril de 2009

Otra impericia política del kirchnerismo*


Por Carlos Pagni *
Se fue Santiago Montoya del gobierno bonaerense envuelto en la bandera que, para otros encumbrados integrantes de esa administración, debería servirle a Daniel Scioli para relanzar su carrera política emancipándose de los Kirchner: el rechazo a las denominadas "candidaturas testimoniales". Impecable pero involuntario acto de campaña de la oposición: al expulsar a Montoya, el oficialismo queda obligado, ahora, a una segunda oleada de defensa de ese engendro electoral de Olivos.
El proceso por el cual este funcionario quedó fuera del gabinete de Scioli es otra demostración de la impericia política que exhibe en estos días el kirchnerismo. Montoya rechazó en público su postulación como concejal en San Isidro porque alguien hizo publicar la versión de esa candidatura. Ese alguien, según los datos disponibles, trabaja para el gobernador bonaerense. Es decir: la plataforma para que Montoya pudiera denunciar la impostura de la estrategia electoral oficialista la montó el oficialismo. Sin darse cuenta, claro.

Tal vez fue por eso que Scioli demoró la salida de su recaudador, a quien considera un técnico idóneo en un elenco en el cual, a veces, esa especie se echa de menos. Pero si Scioli no es el dueño de su propia biografía, menos puede serlo de la de sus colaboradores: Néstor Kirchner tenía decidido desde hacía tiempo apartar a Montoya del gobierno provincial.
La razón de la animadversión del esposo de la Presidenta se encuentra, como tantas veces, en la presunción de una conspiración. Kirchner leyó un informe en el que se afirmaba que la presión impositiva de ARBA sobre los contribuyentes de la provincia, en especial los del campo, estaba dificultando su instalación como candidato. Esa lectura se completaba con una sospecha: Montoya podría estar mandando reclamos intimidatorios a los bonaerenses para irritarlos y, de ese modo, beneficiar a su amigo Felipe Solá. Peor aún: tal vez Montoya se estaba preparando para ser candidato con Solá.
Nadie se preguntó, al parecer, si la voracidad fiscal de Montoya no se habrá debido a que la provincia tiene una deficiencia de financiamiento de 4000 millones de dólares. Y a que el último aumento de sueldos a los docentes debió ser dispuesto sin ayuda alguna de la Nación.
En vez de esta explicación, fue más comprensible la idea de complot. Ahora sólo queda esperar que, como tantas veces sucede con las fantasías persecutorias, ésta no termine por provocar aquello que pretendía desbaratar. No vaya a ser que Montoya termine, ahora sí, en las listas de Solá.
*FUENTE: lanacion.com.ar – 18/04/2009