Por Walter Edgardo Eckart
waltereckart@yahoo.com.ar
waltereckart@yahoo.com.ar
“Bajo la máscara de la temeridad se ocultan grandes temores”, decía el controversial Marco Lucano (escritor y poeta de origen hispano del siglo I).
El último discurso de Néstor Kirchner en el Luna Park, en ocasión de celebrar el aniversario de su asunción como presidente de la República, parece encarnar la frase de Lucano.
Y es que si bien todos, en más o en menos, estamos acostumbrados al estilo confrontativo, desafiante y hasta temerario con el que habla Kirchner, no deja de llamar la atención que en ciertas ocasiones puntuales, normalmente marcadas por un alto grado de conflictividad política, gran malestar social y baja imagen pública positiva, recurre a una especie de “tesis del temor”, donde el mensaje básico pasa por poner al pueblo en tal posición que solamente puede elegir entre “el todo o la nada”. El año pasado, durante el conflicto con el campo, el planteo fue: “o sostenemos la 125 o va a faltar el pan en la mesa de los argentinos...”. Hoy es: “o nos votan en junio...y continuamos con la mayoría parlamentaria... o volvemos al desastre del 2001”.
Tal vez, desde la ingenuidad, alguien podría decir: “Lo que pasa es que está desesperado ahora como lo estuvo el año pasado; y por eso se descontrola y, a la manera de una manotazo de ahogado, dice cosas como éstas...”
En realidad no parece que sea así, aún cuando estuviera desesperado. Más bien, lo que se evidencia es que el discurso orientado a provocar el temor en la población, con afirmaciones casi dogmáticas y cerradas a cualquier forma de alternativa posible; persistente en reflotar para la gente la memoria de “tiempos difíciles” para el país, obedece, en realidad, a una estrategia perfectamente diagramada y escogida como menguado instrumento de conquista electoral, al menos en este 2009.
Una prueba de ello se encuentra en los dichos de la actriz y cantante Nacha Guevara (cuyo nombre real es Clotilde Acosta), flamante candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires, quién se expresó ante la prensa nacional con un discurso similar: si el kirchnerismo pierde en las elecciones del 28 de junio, "el país va a ser una bolsa de gatos" [...], porque “no tenemos la memoria suficiente para recordar cómo estábamos hace siete u ocho años"[...] y porque "no hay una oposición constructiva, creativa ni inteligente".
Pero todo esto, a mi parecer, es sólo un aspecto del manejo de la lógica del temor por parte del kirchnerismo. Una lógica que, ciertamente, implica un discurso calculado y controlable en orden a asustar al elector. El otro aspecto tiene que ver con la intimidad del propio kirchnerismo.
En efecto, pareciera que ha brotado (en el último año) y se ha afianzado (en las últimas semanas); un manto de temor, no ya tan estratégico ni controlado: se trata del temor enraizado en la percepción que el propio Frente para la Victoria tiene de sí mismo en los últimos tiempos. Dirigentes que se van. Algunas formas de malestar incluso dentro del ámbito de los obsecuentes. Una oposición mejor armada de lo que se suponía. Mediciones de imagen a nivel país que nunca fueron las esperadas. Un contexto internacional con muchos reparos...
En síntesis, pareciera que el kirchnerismo está buscando transmitir a la población el mismo temor que, previa o concomitantemente, ha irrumpido en sus esferas más íntimas: el temor de estar, finalmente, en las vísperas del fin de un modelo y de un ciclo. Tal vez algo ciertamente impensado. Seguramente, el desenlace más probable...